A inicios de los noventa trabajé en Moscú y conocí del intercambio comercial entre la Unión Soviética y Cuba, cuando ese Gobierno socialista le enviaba al cubano petróleo para la generación de energía en la isla, a cambio de azúcar.
Aplicando la teoría de ‘Ventaja comparativa’ de David Ricardo (1817), colegimos que la URSS se especializaba en producir petróleo y Cuba, azúcar; beneficiándose mutuamente del acuerdo que duró más de 35 años. En la práctica, Cuba ganó mucho más por los términos de intercambio.
Cuando Rusia cambió su política exterior con sus satélites, Fidel Castro negoció un convenio político-comercial –aún vigente– con Venezuela para la provisión de petróleo, denotando astucia y capacidad de negociación, que no han sido suficientes para que Cuba alcance el desarrollo económico.
Para evitar depender de otros, los Estados deben negociar acuerdos comerciales conforme a la ventaja comparativa de aquellos. Ecuador firmó los términos de referencia para incorporarse al bloque regional Alianza del Pacífico (AP), un mercado de 228 millones de personas con similares idioma, cultura y costumbres; sin embargo, las negociaciones finales deben proteger nuestros intereses, porque –a diferencia del Ecuador– sus miembros tienen moneda propia, tipo de cambio (TC) flexible, política monetaria y libre movilidad de capital, sin impuestos a la salida de divisas (ISD).
Las tendencias comerciales mundiales han cambiado y en 2020 se negociaron acuerdos regionales, como el Tratado de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), liderado por Estados Unidos, y la Asociación Asiática Económica Integral Regional (RCEP en inglés), liderada por China.
Es urgente integrar el bloque AP, porque decisiones unilaterales de cualquier país, bloqueando o fijando aranceles a nuestras exportaciones, nos resultarían perjudiciales, como ya sucedió cuando las autoridades aduaneras chinas sancionaron cargamentos de camarón ecuatoriano por –supuestamente– tener rastros de COVID-19.
Sin embargo, conviene evaluar objetivamente si los principales acuerdos comerciales vigentes: Comunidad Andina de Naciones (CAN), Acuerdo Comercial con la Unión Europea (UE); y Mercosur nos beneficiaron en los últimos años. Según la web del Banco Central, la balanza comercial con la UE desde 2017 fue positiva, pero el superávit bajó de $ 1.060 M a $ 331 M en 2019 y volvió a subir en 2020 a $1.000 M, debido a la baja de las importaciones a causa del COVID-19. Algo parecido ocurrió con el Mercosur y la CAN, que registraron déficits comerciales entre $ 500 M y $ 1.000 M, respectivamente, mejorando en 2020, porque bajaron las importaciones.
En conclusión, cumplida la vacunación masiva para COVID-19 a nivel mundial, los flujos comerciales crecerán nuevamente en el mediano plazo y, por tanto, conviene mejorar nuestra política comercial, estableciendo estrategias para el periodo 2021-2025, de acuerdo con nuestra ventaja comparativa, fomentando el crecimiento de las exportaciones, logrando mejores acuerdos comerciales en bloque, para tener mayor poder de negociación y proteger la dolarización con balanzas comerciales positivas.
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