La Transformación Digital (TD) definitivamente es una tendencia irreversible, más ahora con la crisis generada por la pandemia y la necesidad de las organizaciones de moverse aceleradamente a la digitalización de sus negocios, buscando transformarse y en especial adaptarse a una nueva realidad.
Si algo tenemos que agradecerle al COVID-19, aquellos que venimos insistiendo desde hace años sobre la necesidad de cambios transformadores apalancados por la tecnología, es que movilizó a los dueños y líderes de las organizaciones. Pero cuidado, al ser un tema que está de moda, corre el riesgo de contar con muchos gurús, expertos y similares que lejos de ayudar, hacen perder tiempo, dinero y generar frustraciones. También confusiones, pérdida de foco y visiones parcializadas exclusivamente sobre tecnología.
De lo anterior surge la necesidad de ver todo integralmente, pero de manera sencilla y es allí donde nace el Círculo Virtuoso de la TD, una aproximación al tema que, además de convertirse en un modelo por sí mismo, puede utilizarse como check list para un proceso de TD.
No puede existir en la actualidad virtuosismo si ese círculo no rodea lo más importe que puede tener un negocio, sus clientes. Alrededor de ellos tienen que generarse todos los cambios propuestos.
Si bien la TD es mucho más que tecnología, esta es por supuesto clave y transversal a todo el proceso. Lo primordial es definir estratégicamente en qué tipo de estas invertir y los montos necesarios definiendo para esto un portafolio de proyectos tecnológicos priorizado.
En cualquier proceso de transformación, y más en uno tan relevante como el digital, son de vital importancia las capacidades, cuales son necesarias y qué miembros de la organización necesitan desarrollarlas.
Por otra parte, los cambios que se requieren en la gestión de los puestos de trabajo y de los equipos tienen hoy en día un carácter protagónico, promoviendo aspectos como el trabajo remoto, metodologías ágiles y los cambios en los procesos del negocio para que estén alineados a la dinámica actual.
La TD va de personas, consecuentemente los actores claves en el proceso son una prioridad. Quienes son los principales miembros implicados, sus reacciones y comportamientos tienen ante esta nueva perspectiva.
Evaluar financieramente un proceso de TD es imperioso. Las organizaciones deben tener muy claro cuál es la inversión necesaria y sobre todo cuál es el retorno esperado de esa inversión. Aquí es muy importante entender los diferentes horizontes existentes, ya sea el actual, el de crecimiento o el de la siembra para la exigencia de resultados.
La nueva visión digital necesita un remozado marco de RRHH, con los cambios necesarios en procesos de contratación, formación, evaluación y retribución.
Tener un líder y que este acompañe a la alta gerencia siendo el centinela del proceso es garantía de que al menos se están haciendo las cosas bien. Definir además quienes son los más indicados para acompañarlo y sus roles a adoptar con y en sus equipos de trabajo.
Y cómo lo que no se mide, no se mejora, son necesaria las métricas, KPI’s para medir los avances de los cambios implantados tomando los correctivos necesarios y a tiempo.
Ciertamente, si tomamos en cuenta principalmente estos factores, y quizás otros particulares a la cada organización y/o industria, podremos darle vuelta continua a un círculo virtuoso que nos lleve a una TD exitosa.
Por Néstor Altuve / @nestoraltuve / nestoraltuve@yahoo.com
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