En varias colaboraciones he compartido el interés por el desarrollo del marketing cultural, pues como les he comentado, es uno de las áreas en las que me desarrollo. En pasadas columnas les he indicado los factores que determinan el posicionamiento de los emprendimientos culturales y creativos. Recapitulando, les reitero que la planeación, la filosofía empresarial y la generación de un lenguaje propio de la marca y la oferta, son indispensables para la concreción de proyectos de este sector.
Muchos de los proyectos exitosos se basan en el apuntalamiento de marcas personales sólidas, marcas que son el nombre de los artistas y creadores, mismas que al estimular su propio reconocimiento, generan visibilidad de las obras y por tanto, aceptación en los mercados culturales.
Es por ello que marcas como la de Claudio Limón, emergen como propuestas que se enfilan a la prosperidad y posicionamiento. El trabajo del artista jalisciense, cubre prácticamente todas las aristas expuestas en textos pasados, añadiendo de forma contundente, su labor relativa a su trayectoria y trabajo expuesto.
Un debate que suele suscitarse es ese concepto puritano que trata a toda costa de dividir aquello que es arte, de lo comercial; lo que tiene un sentido cultural de lo publicitario, así como de lo que resulta mediático para excluirle de las propuestas de culto.
La verdad es que las reglas han cambiado, el marketing es como el agua, por lo que ha permeado en muchas de las actividades humanas, el arte y la cultura no pudieron escarpar de sus alcances. Si bien es cierto que no todo lo que es arte se encuentra a la venta, podemos afirmar que en la actualidad, el soporte que brindan las estrategias de mercadeo, es un aliciente para los actores del sector cultural.
También es una realidad que en medio de la ola de aderezar las propuestas con publicidad y mercadotecnia, algunas de las ofertas carecen de fondo, de trascendencia social, de discurso y por tanto, su única línea se basa en lo encantador del trabajo de las agencias y consultores de relaciones publicas, ventas y publicidad.
No todo está dicho, no todo esta perdido, no todo lo que sucede se puede colocar en la misma cesta, así que hacerlo nos somete al fatalismo. La encomienda es complicada, ya se por la esperanza de reivindicar el arte, o por la convicción de otorgarle prestigio a las técnicas marketing.
Para darle tangibilidad a lo anterior, comparto el caso de maestro Limón, un joven que ha sabido “mezclar” (palabra favorita entre el gremio del marketing) distintas áreas que parecían opuestas, pero que al ver su obra, recuperan el sentido de nuestros tiempos, tiempos en donde la identidad requiere nuevas interpretaciones, en donde el arte necesita salir de los espacios habituales y en donde los artistitas deben permitirse fabricarse a sí mismos, como entes multifacéticos.
Claudio es un garbanzo de libra. En una de las conversaciones que sostuve con el maestro, me compartió que es hijo de un pintor y una modista, pinta desde los 10 años, se interesa en la moda desde temprana edad, además en el plano académico ha estudiado diseño gráfico, donde le ha encontrado pasión a la ilustración (digital y de técnicas tradicionales), se ha desempeñando como publicista y es un viajero frecuente.
El mix de su personalidad e historia son sin duda un lienzo muy fértil para construir una obra que es reconocida con facilidad, su cosmogonía que va desde la abundancia de color, la geometría, los corazones, los ojos y las símbolos mexicanos, son un referente que direcciona inmediatamente a su nombre, a su trabajo.
La obra del Sr. Limón va más allá de los museos, ha participado con marcas comerciales, ya sea interviniendo espacios con murales, creando piezas de colección o simplemente, facilitando sus obras para trasladarlas a otras plataformas y formatos. Palacio de Hierro, Tequila Don Julio, el diseñador Benito Santos, Cloe, Pineda Covalín, Hotel Matilda, son algunas de las marcas o empresas que han creído en la consistente plástica del joven artista.
Es importante resaltar que las anteriores colaboraciones mencionadas, no le han excluido de la posibilidad de abrirse espacio en galerías y museos. De hecho el encuentro que sostuve con él, ha sido gracias a la presentación de su última exposición denominada “Espíritu animal”, presentada en el Museo Pedro Coronel (reciento que alberga arte universal y la colección privada del maestro Coronel).
En el título de la columna, he advertido la mecánica de sus piezas, las cuales poseen rasgos de colores y motivos mexicanos, lo cual posibilita nuevas perspectivas discursivas. Estar ante uno de sus cuadros nos adentra a la plástica de Picasso, a los colores del mismo Pedro Coronel, a los detalles de las expresiones wixaricas o de las míticas historias de los nahuales.
Resalta su gran afecto por las raíces identitarias, así como su apego por desarrollar proyectos de desarrollo comunitario. Algunos de ellos son galerías en su pueblo natal, intervención de bardas con murales, la incursión en festivales regionales y la participación con creadores locales emergentes.
El año pasado, tuve la oportunidad de exponer en Bogotá algunos de los factores cruciales para el posicionamiento de los emprendimientos culturales y creativos, lo hice en EXMA (dicho foro es uno de los máximos espacios del marketing). Fue ahí donde compartí varios de los casos de éxito, entre ellos el de Claudio. Lo hice aún sin conocerle, el acercamiento era a través de sus piezas y las redes sociales, las cuales maneja de forma extraordinaria.
Hablado de social media, el maestro sigue los paradigmas actuales, por un lado se muestra como la empresa que es, pues cuenta con una estructura para el manejo de sus presentaciones, sus relaciones públicas y las ventas, así como para la exposición de su oferta. De igual manera, dialoga con sus públicos, los hace desde el plano horizontal, conversa con sus seguidores, lo hace con los coleccionistas, curadores, galeristas, directores de museos y como ya lo he precisado, con los gerentes y dueños de negocios.
Los contenidos que se presentan en sus redes funden su personalidad con la de sus piezas, es por ello que es una estrategia que le da validez al argumento que se basa en que los artistas requieren cada vez más de instrumentos mercadológicos.
El caso de Limón, es un caso de estudio que requiere de seguimiento, de disfrute y claro, de adquisición. Sus obras se encuentran en proceso de validación en mercados exclusivos del arte, aunque es destacable que en el gusto de ciertos sectores se ha convertido en un must, en una moda cultural que se debe contemplar y comprar.
A manera de síntesis, el limón completo de un artista se logra con:
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Respaldo en obras y presentaciones (basta de proyectitis).
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El uso de planeación constante. La administración es la clave.
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La constitución de una empresa como tal, con áreas, puestos y funciones.
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La adopción de marketing es una ventaja competitiva, algunos pueden resistirse, pero la tendencia e indicadores nos invitan a sacarle provecho.
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Las redes sociales son un aliado, no un enemigo, el enemigo es la falta de vínculos comunicativos con las audiencias.
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Los artistas completos son aquellos que se atreven a salir de sus zona habitual, los que desafían a los conceptos tradicionales y los que presentan su óptica sin importar que los tilden de comerciales, sacros, pop o hilarantes.
Para cerrar les cuento que mi agencia, tuvo la oportunidad de hacer equipo con Claudio, pues durante su expo presentada en Zacatecas, apoyamos con la agenda de medios. Le comparto que fue increíblemente sencillo el que los medios accedieran a dar espacios, cubrir la exposición y hacer entrevistas especiales. Hubo incluso medios que nos mencionaron que pudieron haber dado espacios privilegiados (portadas, reportajes, cintillos…) si hubieran conocido mucho antes al artista.
El buen sabor de boca de la agenda de relaciones publicas en los medios, fue también gracias a su hermana Bernardette Limón y al de su publirrelacionista Nena López. Sin embargo, es vital subrayar, que poco se puede conseguir si la propuesta no hace conexión, que es complicado enlazar a los artistas si no presentan disposición, que es nulo lo que se puede generar si no existen condiciones para “vender” al artista y su obra.
Un Limón completo, dispuesto y accesible, una nueva camada de artistas que se desmarca de los clichés oscuros de gremio, uno que sabe agrio por los mensajes mismos que aborda el arte, pero que a su vez es tan dulce y redondo, como lo exigen los tiempos.
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