En caso de no haberlo notado, el siglo XXI va a comenzar.
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Voy a hacer un argumento que realmente no se inició en el año 2000. Está comenzando hoy y ese incesante sonido puede ser tu alarma indicando que es hora de despertarse. O quizás para algunos, es tu smartphone en un tono melódico que te calma en estado de adormecimiento.
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Vamos a dar un paso atrás, realmente un siglo atrás, hasta el año 1900. Puedes recordar algún evento consecuencial de ese año–el comienzo del siglo XX? Me imagino que nada viene a la mente. Y eso es exactamente el punto. El siglo XX funcionalmente comenzó a surgir en la segunda década de este siglo. Einstein de la teoría especial de la relatividad, la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa, el derecho de voto y la aparición de «small data” (el descubrimiento de la carga del electrón, por ejemplo) son sólo parte de las muchas disrrupciones que dieron nacimiento a un nuevo siglo y mundo.
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Como parte de esta transformación fue una sensación de asombro que puede ser experimentado por los individuos. Fue una sensación de que la ciencia y la tecnología son parte de su mundo, y no sólo un conjunto de ideas escondidas en el mundo académico. Un vistazo hacia arriba en 1917 podría proporcionar un ejemplo en movimiento–el avión. El «wow» del vuelo inundaría imaginaciones con asombro. Pero tan rápido como el asombro llena nuestros pensamientos, es empujado a un lado por un sentimiento de temor y peligro. Son esas emociones básicas que son nuestra metafórica llamada a despertar para hoy. Pero me estoy alejando de mí…
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Así que vamos a volver a este siglo. ¿Cuáles fueron las grandes noticias en el año 2000? Mi premisa es que, básicamente, no pasó nada. OK, Y2K fue el gran evento que, bien no sucedió. Fue sólo más tarde en este siglo que vimos los reales factores de cambio en el juego. Era 2007 cuando vimos la introducción del teléfono inteligente y más tarde anticipos de cosas como el genoma humano, AI funcional, robótica y CRISPR. Y con estas enormes innovaciones viene una nuevo sentido de asombro — exactamente como esa persona en 1917 mirando hacia el cielo y viendo un avión. Y como muchas innovaciones tecnológicas fomentan un casi profundo sentido de asombro, una innovación muy específica golpea un cable especial y nos conecta con la magia de hace 100 años. ¿Puedes adivinar? ¿Cuál es el corolario de la innovación del avión de ayer?
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Es el automóvil sin conductor!
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Piensa en ello. Cualquiera que haya tenido la suerte de haber visto o haber tomado un paseo puede referirse a dos emociones humanas básicas–asombro y temor. E incluso si usted sólo tiene que utilizar su imaginación, usted puede comenzar a sentir estas emociones. El sentido del asombro–reales y prácticos- proporciona una validación emocional a la profundidad y la amplitud de esta innovación disruptiva y transformadora. Pero esa sensación de asombro puede ser empujada a un lado por un temor límbico que te lleva de vuelta a una forma convencional de transporte. El destartalado avión de 1917 y el hábil auto tecnológico evocan los mismos sentimientos.
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Pero ¿qué sucedió? El riesgo del vuelo fue reemplazado por el premio de viajar. La tecnología del vuelo transformó el avión en la forma más segura de viajar. Y el automóvil sin conductor está configurado para proporcionar la misma dinámica en nuestro siglo. Las preocupaciones de hoy acerca de entrar en un automóvil sin conductor será reemplazada por la confianza que brinda la tecnología–y sucederá a un ritmo mucho más rápido. Sencillamente, el mundo se transforma. En pocos años, toda la dinámica del «miedo del automóvil» se repite. Pero esta vez, el miedo será el peligro de un conductor humano y el confort se encontrará en ese automóvil.
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Artículo publicado originalmente por John Nosta en Forbes: «The 21st Centuty’s Alarm Clock Is About To Go Off«. Feb 24, 2017.
Art by Peter Zamiska.
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