Tu mente te juega juegos y trampas. Lo hace por tu bien, pero puede ser una barrera para alcanzar tu potencial. Hablar ante en público es un terreno en el cual estas “trampas” están a la orden del día. Conocerlas es saber superarlas.
Tres de cada cuatro personas tienen miedo de hablar en público; eso dice un estudio de la Universidad de California. Estas cifras van y vienen por internet y no cuesta más que un clic encontrar resultados similares. Luego de haber compartido mis conocimientos con profesionales de todas las ramas, sé que solamente un mínimo de ellos se siente a gusto frente a otros. Algunos la pasan peor en el mano a mano y otros frente a quinientas personas, pero pocos lo disfrutan. El asunto es por qué y cómo solucionarlo.
No hay una sola causa. En algunos casos, un niño de cinco años escuchó de un tío que tiene “voz de pito” y de allí en más nunca pudo expresarse libremente. En otros, le tocó hacer un pequeño ridículo frente a sus compañeros de escuela y, el no poder resolver una resta o suma ante la presión de su maestra, lo dejó paralizado a la hora de estar frente a un público desconocido. Salvando estos casos casi extremos, es tiempo de ver qué ocurre en la mayoría de los casos.
El cerebro siempre va hacia lo negativo
El cerebro del ser humano es sumamente conservador y, cuando se encuentra rodeado por un montón de personas, siempre piensa que está ante una amenaza, no ante una oportunidad. Por eso nos anima a hacer lo mismo que hacen todos los animales cuando se encuentran rodeados de predadores: quedarse inmóviles. Sabemos que los predadores se guían por el movimiento de sus presas. Entones el cerebro nos paraliza para que pasemos desapercibidos y no seamos atacados.
Al ser conservador inventa pesadillas
A todos nos ha pasado; estamos hablando en público y nos preguntamos qué piensa la gente que nos escucha. ¿Lo estamos haciendo mal? ¿Lo estamos haciendo bien? Objetivamente ignoramos lo que ocurre. En ese caso, el cerebro sigue su patrón de comportamiento y nos mortifica llenando ese vacío con información negativa. ¿Cuál es la clave? Conocer el mecanismo nos permite serenarnos y saber que esas cosas que cruzan nuestra mente son solo elaboraciones y nada más. Seguramente no está yendo bastante mejor de lo que pensamos. Esas manos sudorosas no se notan tanto. Ese rubor en el rostro la gente no lo visualiza como nosotros lo sentimos. Tranquilo, ¡las cosas están yendo bien!
Hablar en público es como volar
Las personas que tienen miedo a volar ponen en su mente pensamientos negativos que no tienen ningún asidero. ¿Qué pasa si la física no funciona y el avión no se eleva? ¿Qué pasa si explota en el aire? ¿Qué ocurre si el piloto comete un error garrafal? Las estadísticas demuestran que volar es un medio de transporte es extremadamente seguro. A la hora de hablar en público también circulan muchas ideas en nuestra mente. Qué pasa si: me olvido de todo lo que tengo para decir, me hacen preguntas y no sé la respuesta, me tranco, el PPT se tranca y la computadora explota, el gerente general ronca en medio de mi charla. La pregunta es, ¿cuántas veces algo de esto terminó ocurriendo? La respuesta más usual es: NUNCA. Nuevamente, el cerebro ante la falta de información nos sugiere escenarios negativos que nos apartan de correr riesgos. La solución consiste en racionalizar cada uno de estos medios y preguntarse realmente cuándo fue ocurrió algo similar.
Ya sea que estés pensando en lanzar tus videos por canales digitales o hablar a la vieja moda en un cara a cara, lo importante es comenzar. Derribar los juegos mentales y nunca dejarte vencer por el miedo. Las puertas se abrirán si estás dispuesto a cruzarlas.
¡Sigamos hablando!
Daniel Ríos