Recientemente Netflix estrenó Pam & Tommy, la historia de la pareja de la actriz Pamela Anderson y el baterista Tommy Lee a partir de la difusión de su video íntimo. La historia no tiene demasiadas vueltas: entraron a robar a su casa, se llevaron varias cosas, entre ellas un video, y cuando el ladrón lo vio no supo qué hacer con él. El tiempo pasó y las cosas cambiaron. Internet lo acaparó todo y como consecuencia comenzó la “explotación económica” de la exposición de la vida privada con una legislación que, a día de hoy, no va a la misma velocidad que la tecnología.
En ese momento era 1995, no existían Google ni Facebook y tampoco estábamos todos conectados. De hecho el video se hizo viral dos años después, no estaba on line, había que comprarlo.
En la actualidad, con estas empresas revolucionando la búsqueda y la exposición, la posibilidad de viralizar y replicar contenido es mucho más fácil y es aquí donde surge la necesidad del Derecho al Olvido, relacionado con la protección de datos personales porque ¿qué pasa cuando la información publicada perjudica o daña la imagen o la intimidad de una persona?
Una imagen o comentario que un usuario publicó y que hoy ya no resulta oportuno; una foto donde alguien nos etiquetó sin nuestro consentimiento o una información personal que es irrelevante para el dominio público estos, y otros tantos, son los motivos que hoy pueden arruinar la reputación digital de una persona afectando su vida, por lo que su protección se volvió un derecho.
En este sentido, las demandas contra Google para desvincular contenido que resulta dañino para la vida de una persona, se multiplicaron en los últimos años y a partir de ahí surgió un nuevo dilema ¿qué sucede cuando esa información que se pretende borrar, es de interés público? Acá es cuando se genera el cruce entre Derecho a la Información y Derecho al Olvido.
Muchos especialistas explican que el derecho a la privacidad no debe obstruir el acceso a la información en casos de interés público. En referencia a esto, Google sostiene que cuando el material que se busca suprimir es de relevancia pública, desindexarlo afectaría las posibilidades de millones de usuarios en la búsqueda de información lícita a través de la red.
Internet no olvida, reza la frase. ¿Y ahora? El debate está instalado.