La senda del héroe
Ayer culminó la que, a mi parecer, fue una de las historias más interesantes en la política moderna (me atrevo a decir mundial). Este camino cumplió con las etapas de “La senda del héroe”, una figura en storytelling que se repite en varios personajes ficticios y de la historia.
Lo interesante es que el “héroe” no es el candidato, sino el pueblo. La llamada a la aventura comenzó hace más de 30 años cuando el cambio (sacar al PRI del gobierno) comenzaba a ser una opción viable.
Una a una fuimos pasando por las etapas: Negación, cuando Fox ganó y no hizo mucho, pensamos que tal vez nos habíamos equivocado. Miedo, cuando nos advirtieron que el cambio era un peligro, y de nuevo retrocedimos. Fue hasta que pasamos el desierto (sexenio PRI) que despertamos.
Estamos en la antesala de la etapa donde creamos una nueva realidad, aceptamos el cambio y vislumbramos la meta. La gente es el héroe de la historia, el candidato ganador incluyó esta premisa en su lema: “Juntos haremos historia.”
Si bien no es el candidato que satisface a todos, tampoco el más atractivo o deseable, si supo capitalizar el hartazgo del pueblo, ofreciendo un “paraíso” sin corrupción y sin “PRIAN”, una tierra prometida sin ogros ni brujas malas (mafia del poder).
El triunfo de AMLO es el triunfo de la capitalización de una historia adversa y compleja, difícil de comprender para la mayoría pero que todos sufrimos en forma de devaluación y violencia. AMLO gana por ser un símbolo, por representar un cambio, por haber sido consistente.
Ahora comienza otra historia donde nadie puede confiarse ni permanecer pasivos. Parece mentira que en plena era digital, en la era de la información, haya ganado un candidato más por su significado que por sus propuestas, pero esa misma era digital nos obliga a ser participes.
Esa franja magenta significa: “Estamos hartos”; “La tuvieron, no la aprovecharon, que venga algo diferente”; “Creo que puede haber un cambio”; “Está bien, saltaré al vacío”; “Ya le toca”; “Es hora”.
El día de ayer tuvo lugar la votación más grande de la historia democrática de México, más del 60% del electorado salió a ejercer su derecho y a gritar en las urnas “¡YA BASTA!”.
El storytelling, el “arma” secreta
El AMLO del «¡Cállate chachalaca!» definitivamente no hubiera tenido oportunidad este 2018. El de «Riky Rikín Canayín» lo hizo mejor (hablo de la marca). Ya no estaba en fase de awareness, sino metido en consideración, adopción y lealtad.
De ahí su ventaja. La mejor campaña publicitaria de AMLO fueron 2 sexenios de desilusión y «profecías» cumplidas. Fue el candidato que menos se esforzó por tener un lugar en las preferencias (amén de llevar más de 20 años en “campaña”).
De política no se mucho, se de comunicación y el tipo de comunicación que manejó AMLO (y su equipo) fue en un nivel que el pueblo podía entender y digerir sin interpretes. Simon Sinek dice en su libro «Start With Why» que los líderes atraen con ideas, no con planes. AMLO lo supo.
– Un storytelling simple: Los buenos vs los malos – El pueblo vs la mafia del poder.
– Una idea simple: Hay una enfermedad llamada corrupción, su acabamos con ella México se cura.
– Un protagonista: AMLO siempre se dirigió al pueblo como el co-creador, el verdadero protagonista de la historia.
De ahí el slogan, «Juntos haremos historia», varios de los conceptos «millennials» fusionados en uno:
Juntos – crowdsourcing, sharing economy, participación.
Haremos – cultura doer, «hacer es el nuevo decir”.
Historia – storytelling, trascendencia, universalidad.
Nada es fortuito
Así como cuando Robben se tiró el clavado y surgió el hashtag #NoEraPenal y las piñatas emergieron como el mejor catalizador del coraje y la frustración del pueblo (la oportunidad de golpear a Robben). Parece ser que votar por AMLO representó esa gran y única oportunidad de agarrar a palos a los 2 partidos que ya gobernaron y, al parecer del pueblo, no lo hicieron bien o dejaron mucho qué desear.
Hace 6 años AMLO (su equipo) le apostó a un discurso “tecnificado”, con propuestas innovadoras, incluso presentó un gabinete estelar, no le fue suficiente, se había alejado de la simpleza con la que había, por ejemplo, ganado Fox. Incluso EPN lo hizo mejor en 2012.
Entonces de ahí que ahora sea presidente electo, y su único e infalible secreto fue:
Repetición: el mismo mensaje SIEMPRE.
Sencillez: lenguaje no tecnificado.
Empatía: conectar emocionalmente con la mayoría de la gente y todos los niveles socioeconómicos. No es política, es comunicación.
Para entender en fenómeno AMLO hay que ver el golden circle de Simon Sinek que describe el discurso de un líder. En la campaña están bien definidos:
Why? – hacer historia (en conjunto con el pueblo).
How? – acabando con la corrupción.
What? – luchar vs la mafia del poder.
Este modelo ha ido adaptándose al marketing y al personal branding, aquí lo vimos funcionando como cimiento de una campaña política. Me parece relevante que una fórmula tan simple fuera tan imbatible, aquí influyó el contexto social (el momentum) para darle poder al mensaje.
El mometum de AMLO fue así:
– Mensaje: “Acabaremos juntos con la corrupción derrotando a la mafia del poder en las urnas (pacíficamente) y haremos historia”.
– Contexto: Desilusión de 2 sexenios (violentos) y oportunidad de cambio.
– Audiencia: Principalmente los niveles socioeconómicos C, D y E.
Simon Sinek dice en su libro «Start With Why»: «Los líderes atraen con ideas, no con planes. El discurso que inmortalizó a Luther King era I HAVE A DREAM, no I HAVE A PLAN». El equipo de AMLO lo hizo muy bien en el rubro de comunicación.
AMLO aprendió a manejar las redes sociales a su gusto, le bajó a su explosividad, esa «honestidad valiente» que traía antes. Cambió el «¡Cállate chachalaca!» por el «Riki Rikín Canayín», palabras memeables, viralizables, suavizadas para la era digital.
Ahora comienza otra historia donde nadie puede confiarse ni permanecer pasivos. Parece mentira que en plena era digital, en la era de la información, haya ganado un candidato más por su significado que por sus propuestas, pero esa misma era digital nos obliga a ser participes.